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La sororidad hace la fuerza

 
Foto-Eliana
Por Eliana Primosich.

A raíz del debate sobre la despenalización del aborto que sucedida a mitad de este año, nos tocó escuchar opiniones diversas acerca del rol de la mujer y sus derechos personales.

Pude comprobar que entre los grupos de mujeres más tradicionalistas o conservadoras existe este concepto de sacrificio y resignación, de manera casi bíblica. Cuando hablo de tradicionalistas me refiero a esas mujeres para las cuáles mostrarse dentro de un modelo de familia funcional y feliz es lo más importante (a cualquier precio).

Mujeres que por lo general no son profesionales porque lamentablemente no estuvo dentro de sus posibilidades o dentro de sus inquietudes. Casi todas son madres y, para ellas, la palabra del varón aún sigue teniendo más peso y valor que la de la mujer. Son mujeres que lejos de solidarizarse con aquellas más vulnerables, levantan la bandera del “hacete cargo” como si fueran ellas mismas heroínas por haber traído al mundo un hijo no buscado.

Es posible que algunas de ellas tomen esa posición condicionadas por el dolor y la bronca que les genera no haber tenido la posibilidad de elegir, pero no por eso tenemos que desear que el resto sufra lo mismo. Al contrario, tenemos que salir del lugar de egoísmo y luchar para que pueda ser más libre de lo que nosotras hemos sido.

Me duele ver tanta falta de empatía. Me da impotencia escuchar el discurso de “las cosas son así” plagado de resignación. Parece difícil para muchas pensar que las cosas pueden ser de otra manera, que no todo es tan definitivo, que si las mujeres nos unimos podemos tener una fuerza impresionante. Tenemos que ayudarnos en lugar de criticarnos. Hay valores que trascienden toda clase de diferencias que podamos tener entre nosotras como la vida y la libertad.

No quiero transmitir un panorama apocalíptico, todo lo contrario, creo que es responsabilidad de todas no quedarnos calladas cuando escuchamos esa clase de discursos. El poder de la palabra es inmenso.

Hablemos más entre nosotras, ilustremos las historias de vida de otras mujeres a quienes no se las imaginan. La sociedad se está despertando, se está transformando y debemos ser agentes de ese cambio. Transmitamos a nuestras compañeras el concepto de SORORIDAD (aún hay muchas que no lo conocen), seamos cada una de nosotras ejemplo vivo de la puesta en práctica de esta idea.

Cuando detectemos este tipo de discurso practiquemos una escucha activa tratando de generar empatía. No nos ataquemos, la agresión se da la mayoría de las veces ante la falta de argumentos. Intentemos que estas mujeres puedan ver las inquietudes y problemáticas que comparten con las demás y restarle importancia a las diferencias.

Este es el punto de partida para generar lazos como comunidad que además de servir de apoyo emocional también nos van a dar más fuerza y poder para cambiar aquellas actitudes injustas de la sociedad y del estado que nos afectan y lograr así mayor igualdad entre hombres y mujeres.

*Ilustración: qmode.es

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