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De la apatía a la empatía en la publicidad 

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Por Ale Haro.

MX.- Comerciales: la pausa del entretenimiento. Podrás amarlos, odiarlos o ignorarlos, pero la publicidad siempre te ha acompañado y ha jugado un papel muy importante en la formación de las personas mostrándonos cómo se ve ser feliz, cómo luce el éxito, cómo es ser mujer y todos estos estereotipos que nos hemos formado alrededor de los años. 

¿Qué fue primero: los estereotipos de la sociedad o la publicidad? ¿La apatía o el estereotipo?

Spoiler alert: no es culpa de la publicidad. 

Viajemos unos pocos años atrás donde los consumidores éramos espectadores mientras la marca hacía monólogos y su voz era la única escuchada. Trabajar en publicidad no era un lugar donde reinara la diversidad y muchas veces te asignaban una cuenta porque existía la suposición de que serías más sensible a esa cuenta, es decir, si eres mujer seguro sabes de bebés, toallas sanitarias, lavar los platos, cosas del hogar, etc. 

Las vacantes de trabajo no decían textualmente:

“Se busca mujer creativa que lleve cuentas de mujeres”. 

Pero era más que obvio.  

Claramente necesitaban una mujer para ese tipo de cuentas porque podías ver comerciales para mujeres escritos por hombres, y eso no tiene nada de malo. A menos que sean comerciales que se rigen por el estereotipo: a las mamás lo único que les preocupa es su familia, limpiar es su pasión y cocinar su vocación. Mujeres con menstruación siempre de mal humor, no hay que entenderlas, sino quererlas, preocupadas por si se les nota la mancha en el pantalón. 

Este último ejemplo es muy interesante, porque nunca les dijimos a las chavas que eso de enojarse y llorar es completamente normal cuando estás en ese proceso hormonal. Les ayudamos a tapar la mancha, más no a entender su naturaleza. 

No teníamos por qué hacerlo, pero podríamos haberlo hecho. 

Lo extraño es que, como industria, en lugar de buscar entender a ese target abrimos el cajón y guardamos la curiosidad a lo desconocido. Se llenaron esos espacios con mujeres sí, pero seguía siendo un espacio menospreciado.

Es ilógico que un mundo que está tan conectado y evade fronteras nos dejó más cerrados a todo lo que es distinto a nosotros. Hoy podemos filtrar lo que nos gusta, bloquear personas, silenciar, etc. Es más ni siquiera tenemos que esforzarnos en decir no lo quiero ver, un algoritmo lo decide. Y así de sencillo, abriéndonos el mundo a buscar lo que más nos interesa, cerramos todo un mundo de cosas que son alejadas a nuestra realidad, es decir nos volvimos apáticos sin saberlo. 

¿Qué tiene que ver con la publicidad?

Todo.

La publicidad es un reflejo de la sociedad y es aquí donde podríamos preguntarnos ¿Qué reflejan la publicidad que vemos? 

Y no digo que no se haga investigación, solo cuestiono a través de qué ojos, de la filosofía de quién y qué sentimos al respecto termina en un comercial que indirectamente contribuye a formar los valores de nuestra sociedad. 

Si esta industria es de las más abiertas a nuevas ideas y formas de pensar y no lo vemos reflejado en esas ideas, en el ambiente de trabajo y solo somos empáticos a nuestra manera, imaginemos cómo está la sociedad fuera de nuestra industria. ¿Cómo se vive la apatía en una oficina de gobierno, en otra industria, en nuestras familias? 

¿Será que la sociedad es cada vez más apática a los problemas y vida de los demás y eso se refleja en los comerciales que vemos? O ¿será que como publicistas podemos cambiar e influir en ese reflejo social? 

Estamos en tiempos donde todo esto está cambiando y hoy tal vez esta apatía no se trata de una brecha entre hombres y mujeres, sino de otros temas como diversidad sexual, religión, diferencias generacionales, clases sociales, cultura o cualquier otro tipo de interés o forma de vida a la que somos completamente ajenos. 

Hoy los consumidores también tenemos una voz que se manifiesta en redes sociales. Y es ahí donde se señalan los errores de las marcas y se les da la obligación de educar a una sociedad. Pero pasa algo, su función no es educar, sino vender.

Como consumidores seguimos siendo espectadores y nos quejamos ante esas marcas, olvidando que somos parte de esa misma sociedad y también es nuestra responsabilidad cambiarla. Educarla.

Si ponemos en práctica la empatía en nuestro día a día, en nuestros trabajos, ideas, proyectos, escuela y manera de relacionarnos,  tal vez no solo cambiemos los comerciales, sino la manera en la que funcionamos todos como sociedad. 

¿Será la empatía suficiente?

Solo la práctica y el tiempo lo dirá. 

*FOTO: El Definido

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