¿Qué podemos hacer desde la publicidad para neutralizar los discursos de odio?
Un intento de magnicidio contra la vicepresidenta de Argentina, un ataque a la democracia y a las mujeres y una industria cultural que necesita repensar urgentemente su responsabilidad.
El pasado jueves 1 de septiembre de 2022 un varón se coló entre la multitud, traspasó la seguridad y apuntó y gatilló un arma contra la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. La bala, afortunadamente, no salió.
Este hecho no fue algo aislado. El ataque se dio en un contexto de proliferación de discursos de odio y misóginos en medios, redes sociales y la sociedad. Según un informe de ELA, 8 de cada 10 mujeres en política vivieron violencia de género durante sus carreras y las violencias contra las políticas van más allá del partido al que pertenecen. Son un problema transversal y sistemático.
La bala que no salió es la materialización de las balas que día a día disparan medios, figuras públicas y memes. Un iceberg de la violencia que en esta ocasión escaló hasta su máxima expresión.
Es importante y urgente comprender que los discursos de odio, discriminatorios, misóginos y antiderechos no son opiniones ni libertad de expresión: son violencia. Y como tal, debemos actuar colectivamente contra ella. Para cuidar los derechos de ejercicio político, para cuidar la democracia y para cuidar la paz.
“Las Naciones Unidas consideran que discurso de odio es cualquier forma de comunicación de palabra, por escrito o a través del comportamiento, que sea un ataque o utilice lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o un grupo sobre la base de quiénes son o, en otras palabras, en razón de su religión, origen étnico, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad. En muchos casos, el discurso de odio tiene raíces en la intolerancia y el odio, o los genera y, en ciertos contextos, puede ser degradante y divisivo”.
La estrategia y plan de acción de las Naciones Unidas para la lucha contra el discurso de odio, Naciones Unidas.
Entonces, ¿qué podemos hacer ante esto quienes trabajamos en publicidad, marketing y comunicación? Aquí compartimos algunas ideas sobre acciones a implementar:
- Si estás al frente de una agencia o un equipo, realizar capacitaciones y espacios de reflexión. Como señalamos anteriormente, es clave comprender y diferenciar los conceptos de violencia y libertad de expresión.
- Evitar ponerle pauta a contenidos, programas o figuras que discriminan e incitan a la violencia. La publicidad tiene el poder de financiar y amplificar, usemos estos recursos para promover la democracia, la paz y los derechos humanos.
- Chequear la información en la que basamos nuestros contenidos, iniciativas y opiniones para no caer en noticias falsas (fake news) o tendenciosas.
- Al trabajar con celebrities o influencers, elegir perfiles que no sean generadores y reproductores de discursos de odio, discriminatorios, violentos y/o misóginos.
- Aplicar nuestra creatividad y nuestro talento para generar campañas o contenidos de concientización y uso responsable de los medios y las redes sociales. También podemos difundir herramientas, investigaciones y datos relevantes sobre el tema que ayuden a las personas a saber qué hacer frente a estos discursos.
- Prestar atención en los espacios de trabajo e intervenir en caso de presentarse o reproducirse este tipo de discursos en la oficina o en los canales digitales laborales.
- No reproducir discriminación, violencias y estereotipos de género en las comunicaciones que generamos. La violencia extrema es el resultado de una construcción social y cultural de la que somos parte como comunicadores, en cada pieza que creamos, producimos y publicamos. Realicemos una revisión de lo que hicimos y establezcamos un compromiso con lo que haremos.
Al aplicar estas ideas o desarrollar acciones, siempre recordemos que nuestras opiniones están basadas en nuestras experiencias de vida y en los privilegios y oportunidades que tuvimos o no. Es clave aplicar la empatía y entender los distintos contextos de cada persona. La diversidad también es política.
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