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¿Qué nos enseñó la publicidad sobre hábitos alimenticios?

Por Azul Moyano Jóven preadolescente recostada sobre una mesa mirando un tenedor con un bocado de comida.

El 30 de noviembre es el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), para dar visibilidad a la importancia de la prevención y la detección precoz y desestigmatizar lo que rodea a estos trastornos. 

Argentina es uno de los países con mayores tasas de casos de TCA. Desde hace 20 años ha sido ubicado como el segundo país en el mundo con mayor prevalencia de estos trastornos. Los que más hemos oído nombrar son la anorexia, bulimia y trastorno por atracón, pero existen muchos otros. La mayoría afectan la relación de la persona con la comida, su cuerpo y su autoestima. 

Las comunicaciones y publicidades, a lo largo de los años, han sido un factor cultural que contribuyó a construir un ideal de belleza donde predomina la extrema delgadez. Además, han fomentado el uso de pastillas, polvos y otros productos para adelgazar. La publicidad aporta a nuestra construcción de la realidad, nos identificamos con quienes aparecen, con sus preocupaciones, sus problemas. Absorbemos todo lo que nos transmiten, ya que todo el tiempo las estamos consumiendo: desde la radio, la televisión, el diario, las revistas, las gráficas en la calle, las redes sociales.

Quienes hemos nacido con una televisión en el hogar, vimos solamente gente delgada en la televisión, gráficas, revistas,medios de comunicación. Cualquier persona que se corriera unos kilos de la “norma”, ya era catalogada como gorda y no tenía lugar en estos espacios. Lamentablemente, el lugar que podía tener esta persona era como ejemplo del cuerpo que no había que tener o como el objeto de burla.  Es por eso que en este contexto, es importante revisar qué mensajes nos transmitían las marcas sobre la relación con la comida y nuestro cuerpo. 

El mito de “cuidarse” en las comidas

“No desayuné, no almorcé, me muero de hambre…¿Qué hacés cuando te querés cuidar y no tenés tiempo?”. La respuesta era: comete un yogur. Y luego una voz que dice “Vos te llenás, nadie lo nota”.  

En esta pieza, hay varios puntos a cuestionar. Primero, la relación de la protagonista con la comida. No desayunar ni almorzar por no tener tiempo y “querer cuidarse” no es algo saludable ni algo para normalizar. Es muy peligroso mostrar que una persona no come para “cuidarse”.

Si nos ponemos a hilar más fino, el término “cuidarse” históricamente se usó en las publicidades para hablar únicamente de adelgazar. Y, en este caso, ¿realmente tiene que ver con el cuidado integral de la persona dejar de comer para estar más delgada? ¿O tal vez son conductas alimentarias que tienen como único objetivo seguir fomentando estereotipos de belleza relacionados a la delgadez extrema?

 Además, que la respuesta a eso sea comer un yogur light porque te vas a llenar pero “nadie lo va a notar” es aún más peligroso, porque lamentablemente se están enseñando conductas peligrosas en la alimentación: a comer poco y que eso poco que se coma tenga baja densidad calórica. Se enseña que el objetivo no es la nutrición del cuerpo, sino lograr cierto aspecto físico. Cabe aclarar que el problema no es el yogur, o sea el producto, sino el modo y el contexto en el que muestran que hay que consumirlo.

Otro ejemplo puede ser el de este spot de cereales, que cuenta muy poco sobre el aporte nutricional del producto (menciona que son integrales) pero sí habla de lograr y mantener la “línea que deseas” en todo momento del año. ¿El objetivo es vender un cereal u obligarte a que te entre el pantalón de la temporada pasada?

Mensajes como los que aparecen en esta publicidad “no, me tengo que cuidar” o “yo como, total mañana me interno en el gimnasio” abundaban. Todo el tiempo aparecían productos light cuyos “beneficios” siempre iban de la mano con la poca cantidad de calorías que tenían. La comparación final de la mayonesa con el aceite refleja la tendencia de ese momento: prestarle más atención a cuántas calorías tenía un producto frente a la composición del mismo o los nutrientes que aportaba.

Traemos estos ejemplos, pero cientos de productos alimenticios han usado este tipo de guiones donde la protagonista (generalmente mujer) tiene una sola preocupación: adelgazar, llegar delgada al verano, disimular o modificar cierta parte de su cuerpo. 

La exigencia de un vientre plano

Publicidad Adelgafruta

8 segundos le fueron suficientes a Adelgafruta para hacer una publicidad del mal. Por un lado, destacan que si tenés unos kilos “de más” es algo que está mal y que hay que modificar. Por otro lado, la solución a eso es el producto que quieren vender: unas pastillas que en ningún momento explican de qué están compuestas, cómo se toman, quién las puede tomar y quién no. Una promesa de tener ese abdomen plano que muestran, el aspiracional al cual se debe llegar cueste lo que cueste. 

Hoy en día no se comercializan esas pastillas, pero sí unos tés y batidos como suplementos. En el sitio web de la empresa dicen que los suplementos dietarios que venden están contraindicados para personas cursando un embarazo, lactancia y niñeces menores de 12 años.

Tomando en cuenta la Ley de Prevención y Control de Trastornos Alimentarios (N° 26.396),  esta publicidad hoy en día estaría prohibida ya que no se pueden publicar o difundir en medios de comunicación de dietas o métodos para adelgazar que no conlleven el aval de une médique y/o licenciade en nutrición. 

Por más de que pensemos que estas pastillas “mágicas” y publicidades que fomentan conductas de alimentación poco saludables quedaron en el pasado, ahora se han transformado y siguen estando presentes. Siguiendo con la prohibición de la ley, no se permitiría que en el medio de un programa, quienes participan del mismo difundan el uso de un producto para adelgazar, tal como hemos visto

“Vientre Plano” apareció para traernos una pieza donde la protagonista cuenta cómo hace para comer las comidas ricas que prepara y además “estar así” (haciendo referencia a su cuerpo). Por un lado, menciona una “dieta saludable”, lo cual se festejaría si no fuera que seguido a eso menciona “y vientre plano”. Se muestra a la delgadez como sinónimo de salud, cuando según la Ley de Prevención y Control de Trastornos Alimentarios (N° 26.396) las publicidades no deben “utilizar la extrema delgadez como símbolo de salud y/o belleza, y deben ofrecer una imagen más plural de los jóvenes, en particular de las mujeres”.

Ya el nombre del producto es una red flag total. Una imposición de cómo debe ser nuestro abdomen en el nombre de un polvo que promete inhibir la absorción de hidratos de carbono. Se demoniza a los hidratos, como si no fueran algo necesario dentro de una alimentación saludable. 

Siguiendo con la demonización de los alimentos, hay que mencionar a Satial. En la pieza vemos a un profesional al servicio de enumerar alimentos con componentes “prohibidos” que hay que disminuir. Continúa diciendo que el producto facilita seguir un plan alimentario y ¿no será acaso que los planes alimentarios de los que habla son restrictivos, por eso son difíciles de seguir? Les profesionales de la salud son voces de autoridad, que deberían transmitir consejos para tener hábitos saludables.

Cabe destacar que estas dos marcas fueron imputadas por publicidad engañosa, con la justificación de que se advirtieron mensajes que contienen información que podría no resultar veraz e inducir a error, engaño o confusión a les consumidores. “Además, a través de dichas prácticas asociadas a información relativa a hábitos de alimentación y control de peso, las firmas efectuarían recomendaciones que representarían un riesgo para la salud e integridad física de sus consumidores y consumidoras”, se menciona en la imputación. 

Y un día, ¡se hizo justicia!

En esta pieza varias mujeres explican cómo se sienten después de tomar Agarol, un producto que quiso promover la regularidad del sistema digestivo, pero terminó promoviendo una idea de salud relacionada con la “panza chata”, entrar en los jeans y bajar de peso. Las imágenes y afirmaciones del anuncio construyen patrones estereotipados de las mujeres y es así que la campaña de Agarol fue la primera en ser multada por ejercer violencia simbólica contra las mujeres. La Ley N°26485 define a la violencia simbólica como “la que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”. 

En esta nota buscamos mostrar la cuota de responsabilidad que ha tenido la industria en fomentar conductas alimentarias peligrosas, cuerpos extremadamente delgados, promocionar pastillas y polvos “mágicos” para adelgazar, piezas donde sus protagonistas siempre estaban con la misma preocupación de no tener el cuerpo “ideal”.  La industria publicitaria no es la principal responsable, sino que los TCA se dan por múltiples factores. Pero ciertamente influye en las personas, tal como se dijo anteriormente. 

Queremos destacar la campaña #DetrásDeUnCuerpo de Bellamente, en el marco del Día de Acción por los TCA de junio de este año. En la campaña se visibilizan testimonios de personas de la comunidad que han atravesado estas situaciones. Bellamente también tiene una Guía con pautas de prevención, signos de alerta y acompañamiento en los TCA. 

Si estás atravesando alguna situación que te hace sospechar de estar atravesando un TCA, pedir ayuda es un gran paso. No dudes en contactarte con profesionales.

Mapa de Centros de Salud especializados

Red de trastornos de la conducta alimentaria

Azul Moyano

Psicóloga especializada en género U.B.A. Creadora de contenido en Publicitarias.org.

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