Spoiler alert: la tipografía comunica
Por Daniela Di BellaDigamos la verdad: No es lo mismo invitarte a un cumpleaños en Times New Roman que en Comic Sans. Y acá una aclaración: no odiamos a la Comic Sans.
Es que al momento de reproducir un mensaje por escrito hay que tener en cuenta no sólo las palabras que lo van a comunicar, sino también qué familia tipográfica vamos a utilizar. La elección de una tipografía acorde es tan importante como el mensaje a reproducir. Estas nos comunican desde sus formas: formalidad, informalidad, diversión, distensión, elegancia, etc. De hecho, están específicamente diseñadas para resolver problemáticas y tienen tantos fines como sus formas puedan expresar.
Muchas veces, así como colaboran en reforzar el sentido del mensaje pueden hacer el efecto inverso y es ahí donde se genera la controversia.
¿Por qué la “grieta” de la Comic Sans?
Esta tipografía fue diseñada en el 1994 por Vincent Connare a pedido de Microsoft, su objetivo era aparecer en cuadros de diálogos del asistente virtual Bob, una interfaz amigable para facilitarle a las personas usuarias el uso de la computadora (por esos años este aparato era una novedad que recién llegaba a las casas y las oficinas). Es por esto que Vincent se inspiró en los comics, proponiendo una tipografía manuscrita, sencilla, infantil, divertida y amigable. Si bien la Comic Sans nunca llegó a ser parte de esta interfaz ya que el asistente virtual no funcionó en el mercado, en la actualización de Microsoft del ‘95 apareció en el catálogo tipográfico del sistema operativo. Al poco tiempo esta tipografía se popularizó, o dicho en términos actuales, se viralizó. Esto tiene lógica mirándolo desde hoy, ya que con la Comic Sans se podía escribir en la computadora con una letra como si fuera manuscrita, era una novedad. Fue tanto el impacto generado que esta tipografía se utilizó para todo. Y con “todo” nos referimos a cajeros automáticos, comunicaciones policiales, equipos de desfibriladores, cartelería en hospitales y muchos usos más.
Uno de los momentos que generó más debates sobre el uso de esta tipografía fue en una presentación del 2012 liderada por Fabiola Gianotti, investigadora del CERN, para anunciar mediante una presentación con Comic Sans, el descubrimiento de un hito importante en la historia de la física. La controversia en torno al uso de esta tipografía en la presentación de Gianotti se debió principalmente a la percepción de que la misma era poco seria y poco profesional para un anuncio científico importante y formal.
Hoy la sociedad cambió. Ya con más información, conciencia y experiencia tenemos el compromiso de construir mensajes desde la inclusión. Esto implica rever la comunicación desde todas sus aristas hacia adentro y hacia afuera de las empresas e instituciones: los conceptos, las palabras a utilizar, el cómo escribimos, los colores que utilizamos y, en todo esto, la tipografía no se puede quedar atrás.
Hace poco hubo un revival de la Comic Sans: el tiempo y su uso hizo que las personas con dislexia le den el visto bueno como tipografía de fácil lectura. DISFAM (Asociación de Dislexia y Familia) hizo una campaña sobre la tipografía y la dislexia. Las empresas y entidades tomaron este hallazgo como solución y se comenzaron a realizar muchas más campañas con esta tipografía, como bandera de la inclusión para personas con dislexia. Tal es así que la semana pasada en Argentina tuvimos el caso de Edesur. Muchos usuarios amanecimos con un mail que decía que de ahora en más sus comunicaciones serán con tipografía Comic Sans para facilitar la lectura de las personas con dislexia. Más allá de que la inclusión no es solo un mail, sino también brindar un buen servicio, nos llama la atención la decisión de utilizar esta tipografía de “fantasía” en un mailing. Esta elección es peligrosa ya que existe un alto riesgo de que gran parte de las personas no la tengan instalada en sus sistemas operativos y, cuando abran el mail, la vean rota o directamente vean otra tipografía. De hecho esto sucedió, y en Twitter se transformó en tendencia rápidamente, pues estas acciones atentan contra el mensaje, porque, como comentamos al principio de la nota, la tipografía también comunica. Para apostar realmente a la inclusión hay que hacer mucho más que cambiar la tipografía de las comunicaciones.
A raíz de esto, teniendo la información de lo que generó el mal uso de la Comic Sans en la historia, nos preguntamos: ¿es esta tipografía la solución?, ¿tienen sentido los usos que se le dieron o se le van a dar a la tipografía para las comunicaciones institucionales de cualquier empresa?, ¿realmente todes la leen bien en cualquier tipo de comunicados y en textos largos?, ¿querrá una persona con dislexia, cualquiera sea su edad, leer todo como si fuera un libro para niñes? Si se deseara realizar estos comunicados a mano, ¿se elegiría la letra de une niñe para escribirlos? El uso incorrecto de la tipografía, transmitiendo una cosa que no tiene que ver con lo que se desea comunicar, genera la famosa “grieta” de la Comic Sans.
Apostando a textos más inclusivos
Para responder las preguntas que nos hicimos y ofrecer soluciones vamos a lo importante: entender qué es la dislexia. Change Dislexia la define como una “dificultad específica del aprendizaje de origen neurobiológico”. Se caracteriza por dificultades en el reconocimiento preciso y/o fluente de las palabras escritas y el déficit en la decodificación lectora y en la escritura. Estas dificultades resultan de un déficit en el componente fonológico del lenguaje. Como consecuencias secundarias, pueden presentarse problemas en la comprensión de la lectura y una experiencia lectora reducida que puede afectar el incremento del vocabulario y de la base de conocimientos
La dislexia afecta entre un 10 y un 15% de la población mundial. Un porcentaje alto de personas a quienes hay que darles facilidades para la correcta lectura de los textos.
Un estudio realizado por Luz Rello, Ricardo Baeza y su equipo de investigación de la Universidad Pompeu Fabra en el blog del sitio de Change Dislexia recomienda una serie de ítems para tener en cuenta al momento de poner textos en las comunicaciones:
- Usar tamaños de fuente grandes (desde 18 a 24 puntos).
- Usar tipografías de palo seco, tales como Arial, Helvética y Verdana.
- Evitar la cursiva pues disminuyen el rendimiento lector de las personas con dislexia.
- Usar un ancho de columna reducido (unos 44 caracteres por columna).
- Usar una separación entre caracteres superior a la media (entre + 7% – + 14%).
A su vez, la Asociación Británica de Dislexia suma algunas familias tipográficas: Myriad Pro, Geneva , Tahoma, Century Gothic o Trebuchet.
Y sumamos una más diseñada específicamente para este fin: Open Dyslexic. Es gratuita, de código abierto y sin restricciones de uso. En su web nombran algunas características de por qué esta tipografía es de fácil legibilidad.
Estos detalles nos van a permitir elegir una fuente mas amigable, en el caso de que ninguna de las anteriores nos convenza:
- Tener en cuenta que se distinga qué parte de la tipografía va para arriba y qué parte hacia abajo para identificar la letra correcta (esto se visualiza bien en la d y p minúscula).
- Que el diseño de la letra tenga partes más finas y más gruesas de modo tal que, al ver una palabra tipeada, se pueda reforzar la línea visual de lectura.
- Que cada letra tenga su forma única para prevenir confusiones entre caracteres.
Y claro que la Comic Sans entra en esta categoría de tipografías de fácil lectura para personas con dislexia. No queremos generar odio hacia ella sino repensar su uso para que, en caso de que la elijas, sea a conciencia.
Si quisiéramos que las comunicaciones gráficas o los sitios sean 100% inclusivos, deberíamos poder customizarlos por cada persona usuaria, no solo en cuanto a la tipografía, sino también en cuanto al color (contrastes) y el tamaño de los textos. Lamentablemente esa tecnología no es accesible hoy en día, por lo que tenemos que ser responsables con los mensajes que damos, teniendo en cuenta no sólo las palabras sino también el tono representado por la tipografía y en qué soportes se van a reproducir para garantizarnos de que lleguen a destino lo mejor posible.
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