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La polémica de la Met Gala 2024

Por Melina del Castillo Image of the influencer Hayley Kalil on the carpet of Met Gala 2024

La Met Gala, formalmente conocida como el Costume Institute Benefit, es un evento anual de recaudación de fondos de alto perfil organizado por el Instituto del Vestuario del Museo Metropolitano de Arte en la ciudad de Nueva York. A pesar de ser considerado uno de los acontecimientos más prestigiosos y exclusivos del mundo de la moda, la edición de 2024 ha desatado un intenso debate en torno a la economía influencer (generación de ingresos a través de contenido online) y sus implicaciones, que tuvo un impacto masivo en las redes sociales.

El tema de este año, “Sleeping Beauties: Reawakening Fashion” (Bellas Durmientes: Reactivando la Moda), provocó una gran controversia que resonó en el panorama digital. A medida que la gala mostraba atuendos inspirados en el “Jardín del Tiempo” con vestidos lujosos y de importancia histórica, se hicieron evidentes las grandes desigualdades económicas de la economía influencer, y la frase “Que coman pasteles” causó controversia en línea debido a un video de la influencer Haleyybaylee en TikTok.

Kalil (su apellido real), con más de 9 millones de seguidores en la plataforma, utilizó la frase erróneamente atribuida a María Antonieta en un polémico audio. Al usarlo, Kalil no tomó dimensión del contexto, generando un gran distanciamiento entre las personas que no tienen acceso al evento. Esto resultó despectivo, ya que la frase tiene su origen en los escritos autobiográficos de Jean-Jacques Rousseau “Confesiones“, de 1765 a 1767, donde habla de una “gran princesa” que respondió “Que coman pasteles” cuando se le dijo que los campesinos ya no tenían pan para comer. 

El video (eliminado al momento de escribir este artículo) recibió más de 20 millones de vistas, convirtiéndose en uno de los temas más buscados en esa semana.

Además del video de Kalil, hubo otros momentos polémicos que  reforzaron la percepción de desconexión con la realidad.Como Kim Kardashian luciendo una cintura extremadamente pequeña que dificultaba su respiración y hombres teniendo que ayudar a algunas de las asistentes a subir las escaleras debido a sus vestidos apretados.

Los influencers y celebridades, asistiendo en masa y frecuentemente patrocinados por grandes marcas como Givenchy, Balenciaga y Versace, llevaron a muchos en TikTok a establecer paralelismos con la distópica historia de Los Juegos del Hambre, donde el Capitolio se deleita con moda extravagante y festines, mientras los distritos empobrecidos luchan por sobrevivir, planteando interrogantes sobre las responsabilidades éticas de los asistentes.

Como árbitros modernos del gusto y la cultura, los influencers ejercen, ya sea deseado o no, una considerable autoridad sobre la percepción pública y el comportamiento del consumidor. La controversia en torno a la Met Gala subraya la responsabilidad que tienen de trascender el consumismo y la promoción de privilegios desconectados de las realidades sociales y pasar a convertirse en catalizadores del pensamiento crítico y el cambio social positivo, representando a diversos sectores de manera responsable y usando su plataforma para educar, no desinformar o glorificar posesiones como símbolo de estatus.

No obstante, para reorientar verdaderamente la economía influencer hacia un paradigma más consciente, inclusivo y representativo, debe haber un cambio fundamental en la forma en que se mide el éxito en estos espacios. En lugar de valorar sólo el número de seguidores o los despliegues de lujo en la alfombra roja, nuestro enfoque como audiencia debería girar hacia mensajes responsables, impacto comunitario y compromiso tangible con el mundo real. 

Los influencers podrían liderar con el ejemplo, utilizando sus plataformas para destacar problemáticas como la desigualdad económica, la sostenibilidad, la justicia social y la representación equitativa. Pero para que esto suceda, la sociedad en su conjunto necesita comenzar a valorar estas cosas y preguntarse: ¿a quiénes seguimos y por qué? 

En síntesis, la polémica en torno a la Met Gala 2024 puso en evidencia la necesidad de repensar la economía influencer y su impacto en la sociedad, llevando a muchas personas a bloquear a las celebridades en redes sociales. 

Mientras la industria del entretenimiento y la fama siguen evolucionando con la tecnología, tanto los creadores de contenido como sus audiencias deben asumir un papel más activo en la promoción y el consumo de narrativas más responsables. Si ya sabemos que la economía influencer se basa en nuestra atención, elijamos dársela a las causas que sí tienen el poder de cambiar nuestra realidad de una forma positiva. Al fomentar una conciencia más profunda de las diversas realidades y utilizar las plataformas digitales como una fuerza para el bien común, tenemos el potencial de ser parte de un cambio significativo y evitar repetir estos Juegos del Hambre.

Melina del Castillo

Profesional de comunicación y marketing especializada en la creación de contenido digital.

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