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Pitch like a girl

Por Melanie Tobal Mujer caminando por un pasillo de una oficina con una laptop en la mano. Está sonriendo.

Todavía me acuerdo del peor pitch de mi vida. Estuve días y días pensando ideas, redactando y preparando la presentación. Siempre me gustó la adrenalina de pitchear y -modestia aparte- me sale muy bien, pero aquel día algo iba a arruinar ese entusiasmo.

Llegamos a la oficina del cliente, nos sentamos y mi jefe nos presenta: “Yo soy Pepito, director general creativo, me encargo de blah blah”, “él es Fulanito, es head of art y se encarga de…”, “Robertito es consultor digital con tantos años de experiencia y nos está aportando tal y cual cosa” y… “ella es Melanie, la pendeja”. Me quedé helada. Yo era directora creativa y me especializaba en creatividad digital. Tenía experiencia liderando equipos de más de 30 personas, creando campañas exitosas para grandes marcas y había ganado premios. Pero no, en esa reunión era la pendeja.

Este es solo un ejemplo personal al que se le suman las anécdotas similares de cientos de mujeres a las que vengo acompañando desde 2017 en Publicitarias: “Estaba presentando y un compañero no dejaba de interrumpirme”, “cuando llega la parte de los números, los clientes siempre miran a mi socio”, “un jefe contó mi idea como si se le hubiese ocurrido a él en ese instante”.

Nuestra carrera es un pitch constante. Además de vender nuestras ideas, nos toca vender nuestra experiencia, nuestro valor y nuestros valores.

El 29% de los puestos creativos en agencias de publicidad son ocupados por mujeres y solo el 2,7% de las mujeres de la industria alcanza posiciones de máximo liderazgo creativo. A este escenario también se le suman las barreras habituales relacionadas a género y trabajo: sesgos, estereotipos, techos de cristal, mansplaining, bropriation, violencia, acoso y discriminación, entre otras.

Es importante reconocer que las barreras existen a lo largo de nuestro journey como creativas y que probablemente algo de esto te pasó o te va a pasar. Sin embargo, creo que, lejos de ser algo que nos angustie y nos frene, conocerlas puede ayudar a fortalecernos: si sabemos que las dificultades existen y tienen nombre, podemos tener una caja de herramientas a mano.

El journey de una creativa y un pitch para cada etapa

El viaje de una creativa involucra varios momentos cruciales en los que pitchear o vendernos resulta fundamental.

1. El pitch con una misma

Este es el momento en el que debemos superar las barreras externas que se han internalizado: los estereotipos de género, la presión por la perfección y la erosión de la autoestima por los mensajes que recibimos de la sociedad.

Estudios han demostrado que para postular a un empleo, las mujeres sienten que deben cumplir con el 100% de los requisitos. En cambio, los varones postulan al trabajo si consideran que cumplen un 60%. Considero que lo mismo pasa con las ideas y la autopromoción. Muchas veces, nosotras esperamos tener todo perfecto antes de compartir nuestras propuestas o logros. Yo creo que mejor hecho que perfecto, sobrepensado y tarde. De hecho, detesto el nombre de mi newsletter al momento de redactar esta nota y pienso cambiarlo, pero preferí lanzarlo con un naming provisorio antes que desanimarme a escribir.

2. El pitch a los equipos con los que trabajamos

Acá es donde tenemos que vender nuestras ideas o nuestro perfil a nuestros compañeros, compañeras y líderes.  En este punto, nos toca enfrentarnos a los estereotipos y sesgos que todavía existen (e incluso se recrudecen) en el ámbito laboral. Lamentablemente, tenemos que estar demostrando de manera constante nuestro valor y asegurándonos el reconocimiento por nuestras contribuciones. Un consejo que doy en este sentido es documentar nuestros aportes. Bajar nuestras ideas a un doc o una presentación y enviarlas por mail (sí, POR MAIL), dejando un registro claro, evita que todo quede en el aire y, por ejemplo, otra persona se lleve el crédito por algo que desarrollamos nosotras.

3. El pitch a las y los clientes

Aquí entran en juego las mismas barreras que enfrentamos al vender nuestras ideas a nuestro equipo y se le suma la dimensión de convencer a esa persona de que tu propuesta es lo mejor para su marca. Debemos asegurarnos de que nos escuchen, valoren nuestro trabajo y que, por ejemplo, durante una reunión no se dirijan solamente a nuestro compañero varón. Algo importante en este sentido es tener en cuenta quién va a aprobar nuestra idea y prepararnos en función a eso. ¿Es una persona muy del negocio? Contá con cifras, estudios y respuestas a posibles preguntas sobre ROI. ¿Es de competir? Anticipate con ejemplos de casos de éxito para mostrarle. ¿Es de temer? Podés llevar alguna encuesta o testeo.

4. El pitch de tu marca personal

La última etapa, suponiendo que todo salió bien en el camino, es la auto-promoción. Trabajando con mujeres, observo una y otra vez lo mucho que cuesta este punto. Por un lado, les da pena publicar sus logros por cómo pueden ser percibidas. Por el otro, el Síndrome de la Impostora es muy poderoso: “siento que soy un fraude”, “no gané los suficientes premios”, “no estuve en tal o cual agencia”…

Necesitamos comprender que podemos cambiar de trabajo, de emprendimientos, de modalidades o de proyectos. Lo único que trasciende a todo eso es nuestra marca personal. Es clave contar nuestra historia, compartir nuestros logros y aprendizajes, capitalizar esa experiencia. Pedir estar en las fichas técnicas de los proyectos en los que trabajamos, publicar en LinkedIn, generar contenido para una misma y, si se cuenta con los recursos, contratar una agente o agencia de prensa.


Pitch like a girl es una de las charlas que doy para empresas, donde además de estos y otros consejos, hacemos ejercicios de autoconocimiento y autopromoción. Si te interesó para tu equipo, escribime a mel@publicitarias.org y potenciemos sus carreras.

Fuentes de los datos y estudios mencionados en esta nota: Creative Equals (2022), Población creativa (2022), BBC.

Foto de Melanie Tobal.
Melanie Tobal

Fundadora y Presidenta de Publicitarias. Especialista en comunicación innovadora, género y diversidad.

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