El brief interminable

Por Mariana Bua.
Hace casi ocho años que no trabajo en una agencia de publicidad tradicional, y la verdad que no extraño mucho. Hace casi ocho años que trabajo en comunicación pública, “para el gobierno”. Primero el de la Ciudad de Buenos Aires, ahora Presidencia. En una estructura bastante parecida a una agencia inhouse.Hace casi ocho años que se me mezclan los briefs de comunicación con los briefs de gestión, irremediable y hermosamente. Todo tema que entra es una oportunidad no sólo de comunicarlo sino de entender cómo mejorarlo, potenciarlo. Preguntarse cada vez “¿Estamos haciendo bien las cosas? ¿Podemos hacer crecer este proyecto? ¿Y si lo juntamos con aquel programa que tenía ese ministerio y lo ampliamos? ¿Queremos salir a contar esto si no estamos haciendo esto y esto?” y así.
Ilustración: Christoph Niemann.
- Que era feminista sin darme cuenta. Y de que mañana puedo ser mucho más feminista de lo que soy hoy. De que el feminismo, como el tango, nos espera a todos, sin importar cuándo lleguemos. Y que ser feminista no es ser una pesada que todo el tiempo marca problemas, o que habla siempre de lo mismo, o que no se depila (¿?): es cuestionar todo el tiempo si lo que vivimos y cómo vivimos es justo para todos los que vivimos y actuar sobre ello. Y que la caída del velo, la levantada de la campana de cristal en la que estamos viviendo todos, es liberadora. Todo a tu alrededor, lo empezás a ver con otros ojos. Las desigualdades más pequeñas resplandecen delante tuyo, las injusticias saltan a la vista como fuegos artificiales, los mandatos tan cómodos y metidos debajo de la piel empiezan a picar y a quedarte chicos. Y ahí viene la segunda revelación.
- Que cuando entendés que estamos todos en el mismo sistema tremendo, la culpa de la desigualdad no es de nadie, pero la obligación de desarticularla es de todos. Gobierno primero, sí, pero sociedad entera en la misma sintonía. Honestamente no creo que los hombres tengan la culpa del patriarcado. Los privilegios son invisibles para aquellos que los tienen, por eso quizás no entienden que exijamos respeto, o que demandemos justicia, o que imploremos que no nos maltraten, peguen, violen o maten. Porque no les pasa nunca, porque no lo ven. Porque los criaron (los criamos) para que sepan que el mundo es suyo, que la cosa es así, que si quieren, pueden lo que sea (sí, hasta tratar a la mitad del mundo como humanos secundarios). Les (nos) seguimos poniendo las orejeras. Lo que me lleva a una tercera revelación.
- En la era de la información, hay una oportunidad de hacer unas maniobras de aikido mental y usar la conexión, la ubicuidad, la inmediatez y sobre todo la casi ilimitada corrección política y la condena social semiautomática como herramientas para un cambio cultural. Si cada vez es menos “es un piropo, cosita, no te podés ofender” y cada vez más “esto es acoso callejero, te voy a denunciar”; si cada vez es menos “no llores como una nena, hacete hombre” y cada vez más “¿Qué sentís? ¿Estás triste? ¿Por qué?”; si cada vez es menos “cada pareja es un mundo, yo no me meto” y cada vez más “¿Estás segura de que estás bien? ¿Te respetan? ¿Te cuidan?”; si cada vez es menos “¿Qué, no te vas a casar ni tener hijos nunca? ¿Por qué?” y cada vez más “¿Cuáles son tus sueños, tus maneras, qué te apasiona, qué te entusiasma?”; si cada vez es menos “no te voy a contratar, en cualquier momento quedás embarazada y me dejás a gamba” y cada vez más “tu hijo ya tiene un lugar en la guardería y vos en el lactario, tu trabajo es importante pero tu familia es fundamental, disfruten la licencia como les parezca”; si cada vez es menos “vemos un ama de casa esperando que Sr. Músculo venga a rescatarla de la suciedad avasallante antes de que vuelva su marido” y cada vez más “vemos una casa limpia porque toda la familia colabora por igual” ya vamos a estar cambiando la corriente. Saliendo de la zona de confort. Ejercitando el fláccido músculo de la empatía. Cuando te ponés en el lugar del otro, los acompañados somos dos.
Para mi hija
Mujeres, no objetos
La mayor injusticia de nuestro siglo
Enseñémosles a nuestras chicas valentía, no perfección
Por qué la igualdad de género es buena para todos – hombres incluidos
Un llamado a los hombres
Cómo las películas enseñan la masculinidad
La violencia contra las mujeres es un problema de los hombres
Miss representation (trailer)
The mask you live in (trailer)
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