Nunca te conviertas en una creativa publicitario. Por favor.
Nunca te olvides de que sos mujer.
Nunca ignores lo que les pasa a las demás, lo que dicen las cifras, lo que pide casi la mitad de la especie.
No pienses que si a vos no te pasó, no pasa.
No seas feliz siendo la única en llegar. No creas en la meritocracia.
Dejá el ego y el egoísmo de lado. Abandoná la cultura del VIP.
Si las demás no lo lograron, no lo justifiques diciendo que no se esforzaron lo suficiente, que no soportaron la presión, que eligieron ser madres, que el feminismo las victimiza o, peor, que no tienen talento.
No las llames “minitas”, “feminazis”, “trolas”, “locas”.
No te conformes con trabajar para marcas “femeninas”. Tampoco con una gacetilla.
No dejes de tener los ojos abiertos, de escuchar. Si sentís que algo está mal, probablemente lo esté. No permitas que pase.
No asumas cosas. No te acostumbres a una realidad.
No respondas comentarios fuera de lugar con una sonrisa o humor. Educá.
Nunca te quedes callada. Levantá la mano. Marcá los errores. Participá.
Aunque no te sumes a ninguna movida, aportá desde tu lugar.
No te camufles. Mucho menos te camufles con tu vestimenta.
No digas “yo soy un pibe más”. Eso no te hace menos propensa al machismo ni más amiga de tus compañeros.
No tomes a las demás como competencia. No quieras solo hombres en tu equipo.
No te olvides de lo que te costó llegar.
Pero, por sobre todas las cosas, no seas lo que “un creativo” debe ser.