El error de la mujer
Por Leticia Martin.
Directoras creativas de la Secretaría de Comunicación Pública durante el kirchnerismo: 0 (cero). Directoras creativas de la Secretaría de Comunicación Pública durante el cambierismo: 0 (cero).Hay mujeres en cuentas, biblioteca, administración, producción, limpieza, cafetería, compras y una larga lista más de sub-rubros del medio. Evidentemente, hay que aceptarlo, la creación se hace esquiva a la mujer, que puede procrear, claro, pero no pensar y proponer ideas. Pensar es otra cosa. Imaginar algo de cero, contarlo, venderlo, defenderlo en su proceso de producción y verlo al aire, luego, en la tele o en una revista, o en la pantalla grande del cine, eso es otra cosa. Eso es tema, más bien, masculino. Sobre todo si se trata de campañas de bien público o spots que colaboren con campañas de gobierno, trabajo dificultoso si los hay.Jamás me pasó que ideas mías pasaran todos los filtros y fueran producidas con sus millones de pesos bien pagados, a veces dólares, a veces de campañas regionales, bien lindas, bien musicalizadas, y, como por arte de magia, que yo las vieras y supiera que habían sido concebidas en mi intelecto, con o sin colaboración de alguien más. No. Eso no le pasa a una mujer. En general las ideas surgen de la cabeza de los hombres; la que contiene al cerebro o la que contiene el esperma, igual da. Ellos son algo más dúctiles al pensamiento. Más propicios. Más aptos. A una se le puede ocurrir algo, sí, pero eso siempre es una punta, una especie de subcategoría del pensamiento, algo parecido a una idea pero que debe ser retrabajado durante largo tiempo por una inteligencia masculina para –entonces sí– pasar a ese ámbito superior nombrado por los filósofos griegos: “mundo de las ideas”. Tampoco viví el hecho de contarle a un director creativo una idea que –un par de horas o días después– se le ocurriera a él de forma natural. Eso no pasa y jamás debe ser confundido con una cuestión de género.Hay que decirlo de una vez y para siempre: el hombre es más flexibles mentalmente que la mujer, es más rápido asociando ideas, más generalista, más apto para concentrarse. Cuenta con una virtud genética para esos menesteres. No es un tema del ejercicio del poder de forma continua y casi de modo “hereditario” y asociacionista. No. La cuestión tiene que ver con configuraciones genéticas. La mujer se desconcentra. Se dispersa. El tamaño de su cráneo es un poco menor. Ella tiene otras cualidades, claro, pero no las necesarias para elegir las ideas más aptas y cuidarlas hasta llevarlas a la pantalla. Puede bocetar avisos, escribir variantes de titulares y de copies, mejorar una radio, marcar a un locutor antes de decir su frase frente al micrófono, o señalar si éste se come una ese, siempre que lo haga con respeto y que el operador de turno no esté más entrenado que ella en ese tipo de situaciones. No sabría cómo explicar mejor esta diferencia genética del hombre en el ámbito publicitario porque, justamente, no me salen bien las palabras. Soy redactora, sí. Pero me faltan muchas condiciones para ser una que, luego de 42 años de vida y 19 de profesión, tenga incorporadas las dificultades del medio, pueda lidiar con los difíciles desafíos de la profesión y, sobre todo, cuente con la virtud de dominar la lengua.El pensamiento creativo, se sabe, es más apto al varón desde el inicio de los tiempos. Ese varón viril que, con su pene, sobre todo con su pene erecto, esgrime mejores BIG IDEAS y pone en acto mejores criterios creativos. Por esa razón se explica que haya tantos de ellos filósofos o políticos, escritores o sociólogos, por no poner “y”. No olvidemos que Dios es hombre y que, al principio, él nombró las cosas. Las mujeres, bueno. Las mujeres no podemos. Ellas merecen colaborar, eso sí. No hay que dejarlas muy de lado para que no se pongan histéricas. Yo, junto a otras tantas que por error creí admirar, soy un claro ejemplo de esto que digo. La mujer no es tan apta para el mercado laboral publicitario. Sólo quiere cargos directivos para ganar más guita y despilfarrarla en ropa. Seamos autocríticas. Mirémonos un poco a nosotras mismas. Todas tenemos una amiga directora de jardín de infantes o que llega a puestos directivos de jerarquía en departamentos de marketing o multinacionales. Lo que sucede es que las publicitarias pecamos de soberbia y no somos capaces de ver nuestras debilidades. Eso hace que lleguen tan pocas, o casi ninguna en términos generales. Al final los manuales tenían razón. Todo es cuestión de: fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas. La creativa publicitaria, en general, no entiende que ella es presa de la debilidad y la amenaza. Si pudiera comprender esto, no andaría reclamando estupideces por ahí, y se ocuparía de criar a los hijos y tener un trabajito de cuatro a seis horas máximo, que le permita desplegar su creatividad en el hogar, pintando patos en los repasadores o imanes de heladera. Eso es mucho más productivo que andar reclamando espacios en ámbitos que no se les abren natural y cómodamente –como la docencia, el hogar o las oficinas de “Cuentas” y “Atención al cliente”. En lugar de aferrarse a lo simple, como el hombre, la mujer pierde el tiempo en luchar contra los molinos de viento de la ingeniería, la cirugía mayor, la creatividad o la política. Seríamos mucho más inteligentes si aprovecháramos las fortalezas y planteáramos mejores estrategias para vender nuestra fuerza laboral en los lugares del mercado que sí se nos ofrecen, y que no son pocos.Otro punto es que el hombre –cuando nos quiere– sabe aconsejarnos muy bien qué camino estratégico tomar en nuestra vida profesional. Deberíamos aprender a escucharlos mejor. ¡Me he cruzado con tantos! Algunos más generosos que otros, claro está, muchos de ellos que han sabido aconsejarme sobre las áreas en las que me convenía desarrollarme, incluso alguno que ha decidido por mí que era mejor que –después de parir– me quedara en casa viendo crecer a los chicos. ¡Qué gaucho ese jefe! Y yo tan cabezadura quejándome por eso. Si era genial la situación planteada. Hasta me dieron una mano enorme despidiéndome e indemnizándome para que, más adelante, quién sabe cuándo, yo pudiera retomar mi “costado profesional”. Jamás los olvidaré, ellos han sabido ser buenos consejeros, aún, cuando yo no había conseguido esclarecer mis ideas y ser una buena oreja para sus consejos.Las hormonas suelen jugarnos malas pasadas y destruyen todo ese edificio de buenas ideas que esporádicamente podamos tener. Imagino que hay directoras creativas en áreas estatales como municipios y comunas, incluso en pequeñas agencias cautivas. Esas creativas que está tan bien tener a la mano cuando surge hacer una foto y alguien nota que ¡son todos varones! Eso sí es posible. Porque en el mundo de lo políticamente correcto la mujer debe estar integrada.Los ámbitos de menos dificultades y sin la necesidad de que la mujer tenga que estar dando órdenes y ocupando lugares de jerarquía son muy aptos para la concha. Allí la mujer tiene la posibilidad de irse al médico con los hijos, pedir una mañana para una reunión de padres del colegio, incluso ausentarse algún día al año si hiciera falta, cosa que jamás le pasaría al hombre, que tiene mejor ordenada la escala de valores y jerarquías.Por supuesto, al exponer la situación de la mujer creativa en estos términos, jamás estoy hablando de mí. Sé que mi condición de género me inhabilita para muchas tareas y que mi capacidad creativa es limitada. Además no me gusta exponerme. Nunca lo hice y es justamente por esa razón que jamás traté de esforzarme, no escribí dramaturgia y novelas, cuentos y poemas, ensayos, críticas y periodismo cultural –al tiempo que cumplía con mis roles de madre y redactora, en el mundo privado como en el mundo público. Me pareció que hacerlo no iba a tener ningún sentido. Además nunca quise mostrar que podía, ni lo demostré. Sólo hice mi trabajo a medias, o como pude.Bueno, es todo por hoy. Voy a aprovechar lo que queda del horario del almuerzo para escribir una reseña, que es una pelotudez que les sale bastante bien a las minitas que no provocan ni generan incomodidad. De paso, le dejo un saludos a todas las boludas que lloran y se hipersensibilizan una vez al mes, descartándose para todo cargo de jerarquía.Notas
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